A menudo me dicen, porque he pasado por un cáncer, que me merezco estar bien. Que me lo he ganado. Que tengo que disfrutar de la vida y de las decisiones que he tomado. Y no me gusta oírlo porque siento que tiene trampa: ¿y tú qué?
¿De verdad creemos que tenemos que sufrir para merecer algo bueno? ¿Hay que esperar a «ganarse» la paz con uno mismo para decidir «vivir bien»? Rotundamente no. ¡Es al revés…!
Entiendo que me lo digan con todo el cariño, pero yo lo devuelvo con más amor todavía. Repito: ¿y tú qué?
¿No te mereces sentirte mejor sin ningún motivo, por el mero hecho de sentirte bien? ¿Crees que alguien o algo va a saber mejor que tú lo que necesitas y cuándo? ¿Cuál es tu criterio para «merecerlo»? ¿Te concederás algún día el honor de alcanzarlo?
Como buena aprendiz de humana, he lamentado MIL veces no haberme dicho esto antes. Paradójicamente, no hace mucho entendí que para liberarme (en parte) del sufrimiento debía pasar por él. Eckart Tolle, de nuevo, lo resume como un maestro: «El sufrimiento es necesario hasta que entiendes que no lo es».
No sé si merezco algo, ni bueno ni malo: ¿quién se supone que puede juzgarlo? Lo que quiero es estar como yo he decidido. Qué duda cabe de que voy a lograrlo. Y si yo puedo, cualquiera puede.
#esgritos